Toda mi vida he estado relacionado con los nuevos desarrollos urbanos. Primero como hijo de un constructor y posteriormente en mi formación como ingeniero civil, los métodos de diseño y de construcción son un tema familiar para mí.
Así también, ya en el ejercicio de esta pasión (que algunos también les pueden llamar oficio o profesión), en el desarrollo y atención de estudios ambientales, es común el toparme con el impacto ambiental que genera un desarrollo habitacional, comercial o industrial sobre un área natural a la que se ha decidido cambiarse la vocación del suelo hacia una de uso urbano. Mi objetivo principal en esos casos es siempre evaluarla y establecer todas las medidas necesarias para minimizar ese impacto, o "mitigarlo", como se usa en la jerga del oficio.
Los estudios de este tipo entonces pretenden establecer -por parte del consultor- las medidas a adoptar para mitigar estos impactos. Estos estudios forman parte también de toda una tramitología por donde participa el gobierno (revisando las medidas, aceptándolas y complementándolas y, por supuesto, vigilando su cumplimiento). Y también la parte del desarrollador (o promovente será la de aceptar dichas medidas, planearlas, modificar el proyecto ejecutivo hasta adoptarlas y ejecutarlas, así como recabar las pruebas fehacientes de su seguimiento. Dicho así, todo es miel sobre hojuelas, pero la realidad es otra que trataremos en otra ocasión.
Al centro ejemplo clásico de terreno natural encerrado por asentamiento urbanos. Monterrey NL-
Volviendo a los impactos, la generación de residuos, emisiones al aire (principalmente por polvos), ruido, contaminación del agua, uso de sustancias y contaminación al suelo, son solo algunos de los impactos evidentes que se generan y son perceptibles por la población; otros no tan evidentes para la población pero de gran costo, son la afectación o erradicación de los servicios ambientales que esas áreas naturales aportan a los ecosistemas (captación de carbono, generación de oxígeno, recarga de acuífero, prevención de la erosión, solo por citar algunos), y incluyendo en esto último el desplazamiento de fauna.
¿Les es común oír decir que los terrenos "enmontados" son terrenos ociosos, pues no tienen uso aparente? Bueno pues resulta que esos terrenos naturales, prestan servicios ambientales como los que ya les mencioné, y que lejos de ser ociosos tienen gran valor ambiental y son el refugio principal de la fauna del sitio.
Pues resulta que en la administración del desarrollo urbano que se practica en México, existen terrenos naturales que por alguna razón (económica, litigios, o simple desuso) se han quedado encerrados dentro de una mancha urbana, que ofrecen el refugio para fauna: en estos terrenos es común encontrar especies de fácil adaptabilidad a los asentamientos humanos (aves, mamíferos y reptiles, hasta anfibios de vida estacional que cada período de lluvia se hace evidentes); pero también es común encontrar especies silvestres de lento desplazamiento o de difícil adaptabilidad que terminan encerrados en estos terrenos, en medio de áreas urbanas.
Hallazgo de reptiles en área urbana- Tamaulipas.
Podrás haber notado entonces la existencia de liebres, perritos de la pradera, correcaminos, gatos, serpientes, tarántulas, e infinidad de insectos que invaden las nuevas estructuras, y eventualmente van desapareciendo y se repliegan a estos terrenos ante el acoso constante de la nueva población: los humanos. Y digo se repliegan o mueren ante la evidente desaparición de corredores biológicos entre las colonias y los nuevos desarrollos.
El problema viene también cuando estos terrenos al fin de les permite tener un uso. Eso significa que el microhábitat presente en esos sitios tenderá a desaparecer.
Atención de bomberos de Coahuila ante invasión de especie "peligrosa" para la actividad humana.
Pues es común que muchas veces estos terrenos se abren a la construcción sin un previo rescate de especies para su correcta reubicación Al hacer esto, están obligando a cualquier especie a emigrar por sus propios medios o perecer en el desmonte, y terminan en los mejores casos, formando parte de la fauna de algún parque o área verde de algún conjunto habitacional hasta su muerte o "atención" por alguna autoridad de protección civil; y en el peor de los casos, muerto atropellado al cruzar la calle, o fumigado o envenenado por alguna ama de casa.
Esto es lo que frecuencia sucede, aún cuando los rescates de fauna por personal profesional capacitado son recomendados por los estudios, reglamentados por la legislación ambiental y el marco normativo internacional; pero por una falta de interés por parte del desarrollador, y por falta de seguimiento o inspección de la autoridad, por falta de conocimiento del usuario de los nuevos desarrollos habitacionales que no exigen certificados o constancia de rescate de fauna como un deber a desarrollar y como factor un factor preponderante para la decisión de compra.
Mientras no exista una regulación eficiente, con una inspección de autoridades libre de ataduras políticas o económicas, y mientras no haya una exigencia del mercado consumidor para 1) evitar la existencia de terrenos naturales cercados por desarrollos habitacionales, 2) lograr las reubicaciones de especies de fauna de manera correcta y con viabilidad asegurada de las especies; seguiremos viendo estos vergonzosos ejemplos ante la invasión de especies y el destino de muchas de ellas que aquí se han citado.
Siendo así, partiremos al tema de mi próxima participación: la regulación ambiental de mercado.